OPINIÓN. Elon Musk, Dios emperador.

“El problema del liderazgo siempre es el mismo: ¿Quién hará el papel de Dios?

  • Muad’Dib. De la historia Oral”





Dune es una de las novelas más importantes de la historia de la ciencia ficción y las sucesivas entradas que Frank Herbert añade a esta ayudan a completar uno de los universos más ricos jamás puestos en papel. En la cuarta entrega se nos presenta un personaje realmente fascinante, Leto II, hijo de Paul Atreides, que cambia su forma humana por una reminiscente de los gusanos de Arrakis para gobernar la galaxia como Dios Emperador. 

Leto II lleva milenios gobernando la galaxia siguiendo un plan para el desarrollo de la humanidad que él llama “la senda de oro’’. La senda de oro es un concepto complejo, incluso dentro del mundo de la novela, pero en líneas generales hace referencia a la ruta que vio Leto II para evitar el colapso de la humanidad. Leto gracias a la presciencia es capaz de ver este desafío a la supervivencia de la humanidad y toma su nueva forma milenaria para guiarla. Este plan solo le ha sido revelado a un grupo muy selecto de personas, exigiendo del resto una fe en el Dios Emperador que no tiene un fundamento tangible.

Por supuesto, mucha gente a lo largo de la galaxia se muestra en contra del gobierno de Leto II, pero otros muchos confían ciegamente en su figura y es incluso capaz de convencer a rebeldes para que crean en su visión. Hay algo en estos personajes todopoderosos y visionarios que las personas encontramos fascinante, y es por eso que es un arquetipo que los líderes de nuestro mundo intentan usar a su favor. 

Cualquier persona que tenga Twitter y haya visitado la plataforma en las últimas semanas habrá oído hablar de la nueva jugada de Elon Musk. La figura de Elon Musk es una que da mucho que hablar, ya que va desde construir imprácticos submarinos unipersonales para rescatar niños a vender lanzallamas pasando por Marte, el magnate americano desde luego sabe llamar la atención de la gente. Para entender al millonario debemos fijarnos tanto en sus movimientos de capital como en sus tweets. Y es que Musk es el mejor ejemplo del millonario filantrópico con una constante presencia online. Un rápido vistazo a su página en la aplicación del pájaro azul revela a una persona muy preocupada por proyectar una visión muy concreta de sí mismo. El millonario lleva años intentando transmitir esa idea de que es un genio superdotado, alguien que trasciende a las personas normales, un Dios emperador.

Son ya varias las ocasiones en las que Elon Musk ha hablado de una posible bancarrota de Tesla, la última en junio de este mismo año. Y es que aunque la empresa de coches eléctricos sea el negocio más serio de Musk, no es su prioridad. La prioridad de Elon Musk es Elon Musk. No es en el sentido de que sea un ególatra (que también) sino de que él mismo es el producto. Las acciones de Tesla tienen el valor que tienen porque está detrás esta especie de genio que parece no poder equivocarse, una persona que aunque fracase siempre sabe venderlo como riesgos calculados. Los accionistas de Tesla no invierten en una marca de coches, invierten en una senda de oro y en un Dios emperador.

La compra de Twitter ha sido vendida por Musk como un primer paso en el camino para crear “X” la que él llama “la aplicación para todo” y como un movimiento para preservar el discurso libre online. Esta primera parte encaja en el modus operandi del magnate prometiendo futuros utópicos a los que solo él sabe llegar. Sin embargo, lo que diferencia este caso de, por ejemplo, Hyperloop o SpaceX, es que aquí Musk se ha encontrado con algo que quizás no esperaba.

Para preservar su senda de oro, Leto II tenía un complejo sistema de control instaurado que se aseguraba de la obediencia cuando no había confianza. Sin embargo, esta confianza es lo único que sostiene la de Musk, sobre todo la de los inversores. Movimientos como despedir de la noche a la mañana a la mitad de los empleados de la red social que acabas de comprar (entre estos despidos se encuentra la totalidad de los departamentos de derechos humanos y accesibilidad), para después querer contratar de nuevo a docenas de los despedidos, no han calado bien entre los usuarios ni entre los inversores. 

Echemos un vistazo a la evolución que han tenido las acciones de Tesla desde el anuncio de la compra de Twitter por parte de Musk. El valor de las acciones de la compañía bajó un 16% durante la primera semana en la que Elon Musk estuvo al frente de Twitter y lleva ya 12 meses en caída, situándose ahora mismo el precio un 52% más bajo que al comienzo del año. Esto puede leerse como una reacción normal cautelosa de los inversores ante cualquier cambio. Esta incertidumbre ante la gestión de Twitter por parte del Musk además está probándose acertada con cada nueva decisión que este toma para intentar aumentar la rentabilidad de la plataforma. Sin embargo, debemos añadir a esto que el mercado de Tesla en China está atravesando una importante crisis. Como clavo adicional en este ataúd financiero tenemos el hecho de que apenas hace dos días Elon Musk anunció la venta de 4 billones de dólares adicionales de sus acciones de la compañía, que suman al total de 20 billones de dólares que lleva vendidos desde el anuncio de su compra de Twitter por 44 billones. Por supuesto, no es una buena noticia para los inversores cuando el visionario propietario de la compañía comienza a vender sus acciones. Hay periodistas que incluso ven en esta venta un movimiento más calculado, evaluando la compra de Twitter como una táctica para diversificar parte de su fortuna (Que en su gran mayoría está constituida por acciones de Tesla) utilizando esta compra como excusa para que no cunda el pánico entre los inversores.

Para entender como está siendo el reinado de Musk vamos a realizar un repaso al que quizás sea el punto más emblemático de esta nueva era de Twitter hasta la fecha: el sello de verificación. El sello de verificación nace como una medida de seguridad para proteger a los usuarios de la plataforma ante una posible suplantación de identidad. Este sistema tradicionalmente ha funcionado de manera eficaz, identificando a usuarios famosos y marcas para que no exista confusión a la hora de saber si una fuente es oficial. Desde el primer  momento, Elon Musk fue vocal acerca de su idea de convertir esta verificación en un sistema de pago que llamó “Twitter blue”. Como si de un brainstorming se tratase, el millonario fue tuiteando la evolución de su idea que comenzó valiendo 20$ y ha acabado costando 8$. Este cambio presenta problemas fundamentales como que según una encuesta realizada por NBC en EEUU un 0% de los usuarios verificados encuestados pagaría para mantener la marca de verificación. Si bien es cierto que la muestra de la encuesta no es muy grande, pone números a una sensación de rechazo generalizada visible para cualquier persona que visite Twitter ahora mismo. El segundo problema es más grave aún, ya que si el hecho de hacer el sistema de pago generara rechazo, pero este si funcionara bien eventualmente podría acabar siendo aceptado. El problema es que si cualquier persona puede pagar por el signo de verificación, tenemos un panorama en el que la gente paga para hacerse pasar por cuentas de famosos y empresas, para publicar tweets que estas nunca compartirían y van en contra de sus intereses económicos. Un ejemplo de esto lo tenemos en el usuario @n1ntendoofus que cambió su nombre a “Nintendo of America” para pagar por el sello de verificación y publicar una foto del personaje protagonista de la saga de videojuegos “Mario Bros” haciendo una peineta. Por supuesto, esto está causando que muchos anunciantes estén abandonando Twitter.  Ver a Elon Musk intentar controlar la situación a tiempo real a través de sus tweets al respecto está siendo un verdadero espectáculo. Originalmente, el millonario intentó solucionar el problema exigiendo que estas cuentas que intentan suplantar identidades pusieran claramente “parodia” en la biografía de su perfil, sin embargo, esto ha probado no funcionar, ya que requiere el esfuerzo de leer la biografía de cada usuario verificado, un esfuerzo que la mayor parte de usuarios no está dispuesto a hacer y una solución que desde luego no ha convencido a los anunciantes. Ayer Musk tuiteó que ahora haría falta incluir la palabra “parodia” en el propio nombre de la cuenta. Este método de solución de problemas con parches no está resultando muy efectivo, pero sin duda es muy entretenido, sobre todo para Musk, que se está dedicando a responder las legítimas preocupaciones que los usuarios le dirigen directamente a través de tweets con simpáticas bromas sardónicas. 

Por supuesto, Elon Musk sigue teniendo sus fieles que le defienden en las respuestas de cada tweet que publica, pero con cada nuevo movimiento tener fe en que todo es parte de un plan maestro se vuelve más y más difícil. Tal vez este sea el momento en el que caiga la imagen que el millonario lleva años construyendo y con ella su senda de oro. O tal vez no y el momento llegue más adelante en el camino. Solo podemos terminar recordando las palabras de Leto II a su mayordomo Moneo: “El liderazgo es una ilusión compartida y cuando muere el mito, el liderazgo desaparece.”


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