Nigeria, esperanza frente al despotismo petrolero

        Recientemente, una gran investigación periodística puso nombre y apellidos a algunos de los hombres más ricos del mundo, que pasaban generalmente inadvertidos. La obra de Jack Farchy y Javier Blas captó la atención de los lectores al señalar con el dedo a los comerciantes de materias primas, quienes se han lucrado sobre todo de un continente: África. Aunque ya hablamos de esta obra en un tono más general en otro artículo

        En El mundo está en venta (2021), se explica cómo las grandes multinacionales aprovechan la debilidad institucional y burocrática de los países africanos para llevar a cabo prácticas irregulares, apoyándose en regímenes militares. Una de las empresas que se trata a lo largo de toda la obra es Shell. La archiconocida empresa petrolífera, con sede en Londres, opera desde hace décadas en Nigeria tras una filial, la SPDC, y su historial en el país bañado por el río Níger es de sangre, sobornos y contaminación. La incursión de esta empresa petrolera en Nigeria comenzó en el año 1937, y desde entonces ha logrado una posición muy fuerte en el sector. Para poner en relieve la relevancia del país en este sector podemos ver los datos de España, que tras el declive en las relaciones con Argelia optó por buscar nuevas materias primas en países como Nigeria. Tanto es así que, desde ese movimiento, Nigeria ha venido siendo varios meses el país del que más crudo se importa desde España, y no hace falta decir que una buena parte de esos beneficios van a los bolsillos de Shell. Porque, como antes señalábamos, existe una filial de esta empresa en Nigeria, la SPDC, sin embargo, lo cierto es que Shell controla el 100% de SPDC y todos los beneficios que obtiene esta van directamente a Londres. Farchy y Blas señalan que el uso de filiales es común en las grandes empresas de materias primas, y les ayuda a evitar problemas legales, aunque eso está cambiando.

            Ante la dificultad de interponer una denuncia y de verla prosperar en sus propios tribunales, 13.500 nigerianos han decidido denunciar a Shell ante el Tribunal Superior de Londres (según cifras de Amnistía Internacional). Pero, ¿qué es lo que ha llevado a todos ellos a denunciar de forma masiva a esta empresa? La respuesta está en el delta del río Níger. Allí, Shell ha venido vertiendo durante décadas cantidades ingentes de desechos de sus actividades petrolíferas, lo que ha derivado en la contaminación masiva de la tierra, el aire y sobre todo el agua de esta zona. En concreto, los principales afectados se agrupan en dos comunidades, Ogale y Bille. Estas dos demarcaciones territoriales corresponden al mencionado delta del río Níger, que además de dar nombre al país, constituye el principal sustento de muchas familias las cuales habitan en estas regiones. Por tanto, la grandísima contaminación impide a estas personas el correcto funcionamiento de sus negocios, además de atentar contra su propia salud en un claro caso de violación de los DDHH. El pasado 2021 ya vimos una sentencia que condenaba a la filial SPDC a indemnizar a 4 agricultores que denunciaron los hechos en tribunales neerlandeses. Es también este hecho el que ha propiciado las denuncias en masa, pero en vez de en Holanda, directamente en Londres y exigiendo, por tanto, responsabilidades a la empresa matriz.


Agricultor nigeriano en el delta del Níger (Fuente: solidaridad.net) 

Y por desgracia, los problemas no acaban aquí. Las denuncias de los ya comentados 13.500 afectados no son las únicas, ya que el pasado año 2022 vimos un nuevo intento de Esther Kiobel de hacer valer sus derechos. La historia de Kiobel y otras 3 viudas con los juzgados es muy extensa, tanto es así que sus litigios se extienden durante 20 años y se remontan a lo que sucedió en Nigeria en el año 1995. Ese año, varios activistas denunciaban públicamente los vertidos de Shell en su país, como venían haciendo durante toda la década. Sin embargo, la situación comenzó a escalar y, presuntamente, Shell, coordinándose con el gobierno de Nigeria, consiguió que 9 de estos activistas fueran condenados a pena de muerte. El ahorcamiento, público, tuvo lugar en el año 1995 tras un juicio injusto y, desde entonces, Kiobel y estas viudas luchan por contar su historia y lograr el amparo de algún tribunal. La triste historia, a día de hoy, sigue sin un final redentor, pues ninguno de los tribunales a los que ha acudido le han dado la razón. Esta es una muestra más del poder y la influencia que tienen las grandes empresas en los juzgados. Pero la sentencia de La Haya, que exime de responsabilidades a Shell por estos actos, no ha frenado el ímpetu de Esther y ha demostrado que, después de 27 años, quiere seguir luchando.

            Este afán por la justicia es el que empuja a otros, como los denunciantes de Ogale y Bille a luchar por sus derechos. Habrá que estar al tanto de la resolución de este caso en los Tribunales de Londres (recordamos, donde se encuentra la sede legal de Shell). Pues, de darse una sentencia favorable, sentaría un precedente histórico en la lucha contra el despotismo de las grandes multinacionales. De hecho, en el mejor de los casos, el arrojo de los nigerianos podría transmitirse a otros países, donde la población también se haya visto maltratada por prácticas ilegítimas de distintas empresas. Ya que, como sabemos, la dependencia económica del continente africano de las materias primas es muy grande, lo que acaba por influir en estas actividades. Por ejemplo, y retomando las líneas escritas por Farchy y Blas, existe el caso de República Democrática del Congo. RDC posee grandes reservas de minerales, de las más grandes del mundo, y su extensión geográfica es equivalente a dos tercios de Europa occidental. Allí, como decimos, muchos países tienen distintos intereses, pero destaca Estados Unidos. De las minas congoleñas extrajeron el uranio que sirvió para bombardear Hiroshima, y de estas mismas minas se obtuvo gran parte del cobre que reconstruyó Europa tras la Segunda Guerra Mundial. En estas minas existe lo que se conoce como “mineros artesanales”. Dichas personas trabajan en una tremenda situación de vulnerabilidad, desde los pocos recursos tecnológicos a la inhalación de gases nocivos en el proceso de extracción. Como decimos, estos mineros artesanales trabajan “de forma independiente”, pero acaban vendiendo al final del día lo poco que pueden extraer a grandes empresas, las cuales obtienen el producto a un precio mucho más bajo que el que se podría esperar, y de esta manera aumentan exponencialmente sus beneficios. En España, salvando las distancias, podríamos equiparar a estos mineros artesanales con una especia de falsos autónomos. Estos, al igual que los mineros artesanales, ven reducidos sus derechos, beneficios, y calidad de vida en beneficio de los intereses de gigantescos entramados empresariales.

          Por todo ello, tal vez veamos una esperanza para ellos, pues, si los vertidos de Shell en Nigeria son, finalmente, castigados, el resto de las personas que también han visto sus derechos recortados por culpa de dichas organizaciones puedan encontrar una salida. Y ya no sólo hablaríamos de una solución para los nigerianos, sino también para los congoleños, los senegaleses o los chadianos, entre otros tantos millones de personas.

          En conclusión, habrá que esperar para ver si, finalmente, se impone el ideal de justicia en los tribunales de Londres o si, por el contrario, los intereses de las empresas se vuelven a ver beneficiados una vez más. Hasta entonces, voces como las que emanan del delta del Níger deben ser escuchadas y proporcionadas del foco mediático necesario para conquistar sus derechos. Ahora, como siempre, os toca a vosotros, ¿Qué opináis de la situación en Nigeria? ¿Conocéis otros casos similares? ¿Creéis que el Derecho Internacional debería ser más coercitivo? ¡Déjanos tu opinión!


 BIBLIOGRAFÍA.

2020 puede ser el año en que Shell rinda cuentas. (2020, febrero 10). Amnistía Internacional. https://www.amnesty.org/es/latest/news/2020/02/nigeria-2020-could-be-shell-year-of-reckoning/
Internacional, A. (2022, abril 5). Decepcionante fallo de un Tribunal de La Haya contra Shell. Agora: Inteligencia Colectiva para la Sostenibilidad. https://www.agorarsc.org/decepcionante-fallo-de-un-tribunal-de-la-haya-contra-shell/
La filial de Shell, condenada a pagar por la contaminación en el delta del Níger. (2021, enero 29). La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/natural/contaminacion/20210129/6209114/filial-shell-obligada-indemnizar-contaminacion-petroleo-nigeria.html
lainformacion.com. (2021, diciembre 11). Nigeria gana peso en España como socio energético gracias al petróleo y el gas. La Información. https://www.lainformacion.com/mercados-y-bolsas/nigeria-gana-peso-espana-socio-energetico-gracias-petroleo-gas/2855444/
Nigeria: Shell debe limpiar los devastadores vertidos de petróleo en el delta del Níger. (2023, febrero 2). Amnistía Internacional. https://www.amnesty.org/es/latest/news/2023/02/nigeria-shell-oil-spill-trial/
Una mujer contra Shell. (2017, junio 29). Amnistía Internacional. https://www.amnesty.org/es/latest/campaigns/2017/06/one-nigerian-widow-vs-shell/

Blas, J. y Farchy, J.  (2022). El mundo está en venta: La Cara Oculta del Negocio de Las Materias Primas. Paidós.



Comentarios

Entradas populares