Pedro sin sombrero: golpe de Estado en Perú

    Siete años, siete presidentes distintos. De hecho, todos los expresidentes desde 1990 han sido objeto de, mínimo, una investigación por corrupción, un arresto domiciliario o un proceso de extradición. Estos datos son de Perú, país que ha vivido su última crisis política esta misma semana. Su antiguo presidente, Pedro Castillo, anunció la disolución del Congreso, pero 120 minutos después ya estaba detenido. Veamos las claves de este último autogolpe de Estado, aunque no ha sido el primero. 

¿Cómo ha sido el gobierno de Castillo?

    Hace un año y medio, Pedro Castillo llegaba a la presidencia peruana. Castillo, izquierdista y antiestablishment, se enfrentó a Keiko Fujimori, derechista e hija del expresidente Alberto Fujimori (considerado por muchos como un dictador). Fue una segunda vuelta dificilísima, en la que finalmente Castillo venció a Keiko por un ajusto 50.13% a 49.87% de los votos. Como vemos, la polarización ha sido el pan de cada día en el país andino. 

    De hecho, sólo nos hace falta atender al gabinete de gobierno para poder entender cómo han sido esto 500 días de gobierno. Concretamente, Castillo ha renovado 5 veces su gabinete a raíz de destituciones y renuncias, pero mucho más sorprendente es comprobar que por este han pasado un total de más de 80 ministros en menos de dos años. 

    Pedro Castillo llegó a la presidencia de la mano de Perú Libre, partido de izquierdas liderado por Vladímir Cerrón. Este, al que algunos consideran más radical que Castillo, se encuentra inhabilitado por corrupción, por lo que, al no poder presentarse él mismo a la carrera presidencial, decidió colocar a Castillo como candidato. Sin embargo, ya el año pasado, Castillo se separó de Cerrón y de Perú Libre, divorcio que le hizo todavía más difícil recabar apoyos en la cámara. Veamos qué ocurrió. Castillo llevaba meses sin cumplir con lo prometido en campaña o con la proclama de una nueva constitución, algo que ya creó las primeras fricciones entre ambos políticos.  

    Debemos entender que antes de la ruptura, Castillo ya se había enfrentado a dos mociones de vacancia. Este proceso lo estudiaremos inmediatamente, pero debemos adelantar que son una suerte de moción de censura o impeachment organizado por la oposición para intentar tumbar al presidente de turno. Castillo, para poder sortear tanto una como otra, se vio obligado a incorporar miembros de otros partidos a su ejecutivo. De esta forma, con el “enemigo en el gabinete” conseguía reducir los síes en estos procesos. Como es evidente, esto no acabó de gustar en la sede de Perú Libre, donde vieron que el hombre que había llegado a la presidencia gracias a ellos comenzaba a reducirles su cuota de poder. 

    De hecho, el propio partido Perú Libre llevaba desde hace tiempo desangrándose: desde las elecciones contaba con 37 congresistas (casi un tercio de la cámara), pero sufrieron una dura escisión que redujo sus fuerzas considerablemente. Es más, con la hostilidad Castillo-Cerrón patente, los congresistas cercanos a Castillo decidieron abandonar el barco de Perú Libre, consiguiendo que el partido viera finalmente reducida su fuerza a menos de la mitad (de contar en un inicio con 37 congresistas a tener hoy 15). 

Mociones de vacancia contra Castillo. 

    Vista de forma pormenorizada la presidencia de Castillo, debemos atender a uno de los puntos ya mencionados, pero más relevantes de esta: las mociones de vacancia. A sus espaldas, Castillo ha aguantado con tres de ellas. Repasémoslas brevemente. 

    La primera moción se dio a los cuatro meses de la toma de posesión. Esta fue llevada a cabo por la oposición a razón de una investigación por supuesto financiamiento ilícito de Perú Libre y por tráfico de influencias en algunos ascensos. El resultado fue negativo: sólo hubo 46 votos a favor (son necesarios 87), frente a 76 en contra y 4 abstenciones. 

    El segundo intento se llevó a cabo unos meses después, pero esta vez ya fue promovida por 50 congresistas (casi un 40% de la cámara). El fundamento era, de nuevo, la corrupción y, concretamente, por contradicciones y mentiras de Castillo en algunas de las investigaciones fiscales. También se habló de nombramientos fraudulentos. La moción, aunque volvió a ser rechazada, obtuvo un mayor apoyo: 55 votos a favor, 54 en contra (por primera vez, más a favor que en contra) y 19 abstenciones. 

    Castillo ha estado hasta el día de hoy involucrado en seis investigaciones por corrupción, pero el hecho más relevante ocurrió hará dos meses, momento en el que se le señala como líder de una organización criminal. Esta acusación, llevada a cabo por la fiscalía, debía ser confirmada por el Congreso, hecho que probablemente impulsó a Castillo a anunciar cambios el pasado miércoles. 

    Finalmente, llegamos a diciembre. En este caso, la moción de vacancia fue promovida a iniciativa de hasta 73 congresistas (es decir, muy cerca ya de los 87 necesarios para que se consiguiera expulsar a Castillo). Por ende, se invitó a que Castillo ejerciera su defensa el 7 de diciembre, tras la cual se votaría. La razón principal, de nuevo, son las investigaciones abiertas contra Castillo, que en el momento de la moción ya contaba con hasta 6 procesos distintos (para que nos hagamos una idea, Castillo no podía ni salir del país a razón de una orden judicial). 

    La tercera moción debía celebrarse este miércoles, pero, como sabemos, Castillo dio un anunció de forma previa. Es el momento de estudiar este discurso 

El peor programa de la historia. 

    Castillo anunció tres medidas: 

1. Cierre del Congreso y elección de uno nuevo en el plazo de 9 meses. Esta nueva cámara, de corte constituyente, debía redactar una nueva constitución (como ya hemos visto, era uno de los puntos de la campaña de Castillo). 
2. Un toque de queda a nivel nacional desde ese mismo día. 
3. Una intervención y reforma del Poder judicial. Castillo no dio muchos detalles, pero se hablaba de un cambio de fuerte calado. 

    Para todo aquel atento a la historia reciente de Perú, este anuncio recuerda sobremanera al autogolpe que Alberto Fujimori, presidente y padre de la rival de Castillo, dio en 1992. Concretamente, el padre de Keiko decretó el cierre del Congreso y la intervención del Poder Judicial. Sin embargo, y a diferencia de Fujimori, Castillo no contaba ni con un gran apoyo ciudadano ni militar. De hecho, desde la declaración de intenciones, sus propios acólitos proclamaron un profundo rechazo. Otras caras conocidas del panorama peruano como Vladimir Cerrón, Ollanta Humala (expresidente) o Keiko Fujimori también mostraron su rechazo de manera inmediata. Muchísimos de sus ministros también se hicieron a un lado desde el anuncio y las renuncias de estos fueron inmediatas.

    Respecto a la rama militar, debemos comentar que el día anterior al anuncio de Castillo, el comandante general del Ejército peruano, Walter Córdova Alemán, había presentado su dimisión por motivos personales, renuncia que dejaba la puerta abierta a Castillo para un nuevo nombramiento y un jefe militar más afín. 

Lo inevitable.

    Tras el anuncio, Castillo esperó la respuesta de la sociedad. Pocos ministros sabían que este iba a ser el movimiento del presidente ante la tercera moción de vacancia. De hecho, aquellos que no fueron informados, como ya hemos comentado, se apartaron del presidente. Finalmente, un comunicado de las fuerzas militares, en el que rechazaban las declaraciones de Castillo, tumbaron cualquier posibilidad de éxito. 

    Tras esto, y con Castillo detenido, se celebró esa tercera moción de vacancia. Muchos analistas apuntan a que, aunque esta era la moción con más posibilidades de salir adelante, no estaba del todo claro su éxito. Los números no estaban del todo claros. Sin embargo, tras la intentona golpista, los congresistas a favor de la expulsión de Castillo ascendieron a 101 (de un total de 130), por lo que la sucesión del cargo siguió adelante. 

    De la votación, Dina Boluarte, antigua vicepresidenta, emergió como nueva presidente de Perú. Hasta ahora ha sido su primera vicepresidente y ministra de Desarrollo e Inclusión. Hace un año se establecía como una fiel defensora de su presidente, llegando a afirmar que “Si al presidente lo vacan, yo me voy con él” cuando Castillo se enfrentaba a su primera moción de censura. 

    Sin embargo, este 7 de diciembre de 2022 se convertía en la primera presidenta mujer. Hace medio año abandonaba Perú Libre, partido de Castillo, aunque aseguró que permanecería del lado del presidente. De todas formas, la semana pasada anunciaba su dimisión por desacuerdos en algunos nombramientos.

    Mientras todo esto ocurría, Castillo había decidido escapar a la Embajada mexicana, donde pensaba solicitar asilo. Sin embargo, su propia escolta le detuvo, llevándolo a la comisaría. Casualidades de la vida, Castillo ha acabado siendo trasladado a la cárcel de Barbadillo, donde Fujimori cumple condena desde 2007. 

    Contra Castillo, al que consideran que presenta un elevado riesgo de fuga, se han dictado 7 días de prisión provisional. Mientras tanto, avanzan las investigaciones por delitos de rebelión y conspiración, que podrían encerrarle por hasta 20 años. A estas penas podrían sumársele los delitos de corrupción que ya hemos ido mencionando. 

    Mientras tanto, Dina Boluarte ya se encuentra conformando su gabinete, el cual tiene como foco principal calmar las aguas y devolver a Perú la estabilidad política que necesita. De Boluarte se dice que tendrá mayor capacidad que su predecesor para conformar un consenso, pero recordemos la dura cámara legislativa que se le presenta. 

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